Oh là là, Francia, por ti que ande enamorada de la arquitectura. Mi ménage à trois con una pasión y una debilidad. El cuento de algunos edificios que revolucionaron París, del por qué terminé siendo arquitecta y ahora doy un curso de francés gracias a Louis XIV.
Si quieres escuchar este tema entre vivencias y risas, acá te dejamos el episodio del podcast.
De Francia a la arquitectura, de la arquitectura al francés | 43 – Dosis de Diseño
A los 16 se me metió en la cabeza que quería irme a Francia de intercambio, después de caras largas, ceños fruncidos y labios arrugados de mis padres, les convencí de que era de las mejores decisiones que podían tomar; así que agarré mis corotos y me fui para Maiquetía. Después de volar por casi diez horas, y una vez estando en Charles De Gaulle me perdí, me rebotaron en “información” porque cometí el grave error de hablar en inglés y para colmo no hablaba francés. (Nunca hagan ésto, por su bien 🙈).
Embarqué en tren a las 15h a Marsella, mi destino final; me volví a perder porque me quedé en Avignon pensando que era allí. Me di cuenta cuando se me ocurrió ver el panel de los trenes salientes, y… ¡Marseille aparecía allí, como destino! 😲 Eso no debería estar sucediendo, porque en teoría yo estaba en Marsella. ¡Encendí las alertas nuevamente! Esta vez busqué a alguien que hablara español porque no quería que me rebotaran de nuevo. Entre una y otra ayudadita, embarqué y llegué finalmente a la una de la mañana a la que sería mi casa por medio año.
A Francia me fui porque el idioma me seducía – y me sigue seduciendo-, porque tenía edificios “bonitos” y porque quería aventurar en el viejo continente. A Francia llegué ilusionada. En Francia me enamoré de su arquitectura. De Francia me fui con los ojos aguados y queriendo volver cuanto antes.
Francia no es sólo París, mais voilà!
Sí, en efecto Francia es tan amplia como la arquitectura, pero vamos a centrarnos en París. Conocí la « Ville lumière » en invierno. En París navegué por un mar de historia, desde arquitectura gótica, hasta lo moderno, pasando por lo barroco y por el neoimpresionismo del «monstruo de hierro”. Y aquí les echo el cuento de cuatro elementos, entre edificaciones y estructura, que tienen algo en común: revolucionaron París en su momento.
La Señora Notre Dame
El edificio más antiguo que llegué a conocer fue La Catedral de Notre Dame, que data de 1160, hecha de piedras labradas tan perfectas que al principio ni te das cuenta; tiene gárgolas, para evacuar el agua de lluvia con mucho estilo; rosetones, para iluminar con elegancia el interior de la catedral a través de vitrales, y contrafuertes para reforzar al unísono la parte exterior de los muros.
Notre Dame ha pasado por tantas, la pobre; que si la revolución francesa, que si el conato de la toma de poder de los socialistas en 1871, llevando fuego y salvándose; que si la segunda guerra mundial y las bombas de los alemanes, que si en 2019, un nuevo atentado a esta señora, incendiándola un montón. ¡Pero mi amoooor, ven para abrazarte y darte cariño! Y para responder la típica pregunta de por qué y cómo se ha salvado Notre Dame, aquí un video de Ter.
Merci La France et Louis XIV
Al chateau de Versailles me fui un día, construido en 1682, es un lugar lleno de cuentos y mucha historia; un castillo barroco. Tiene tanta riqueza en los detalles, como para tirar para el techo; y la exageración en cada poro, con retoques rococó porque había que reforzar el ornamento -obvio-; pero con sus vainas neoclásicas. Algunas partes del conjunto son más refinadas, más sencillas y ordenadas. ¡Ay, menos mal! -gracias a Louis XV-. Pues este castillo se le atribuye a Louis XIV como «verdadero creador». Le Roi Soleil, lo llamaron, porque ese hombre hizo tanto por Francia y el mundo, que cuando se coman una bechamel, o si son de los que consideran que el fuego lento y la mantequilla son indispensable para cocinar, acuérdense del Rey Sol. ¡Hasta la elegancia y variedad que existe hoy en las mesas francesas, son gracias a Louis XIV! Al señor de «l’état c’est moi» le gustaba ver y probar cantidad de platos sobre la mesa, y comer sobre porcelana y con cubiertos de oro o plata. 💁♀️
El Mecanno de París
Por fin estaba en París y tenía la posibilidad de irme hasta el centro Georges Pompidou, que data de 1977, con su magnificente high tech, instalaciones en plena fachada, al descubierto, escaleras colgando, en voladizo, colores y transparencia por doquier.
El Pompidou obvio que también fue una revolución porque ese edificio tan high tech de dónde salía, pues era uno de los primeros en construirse, ya en los 70. De un mercado popular a un centro de arte moderno y contemporáneo. ¡O seaaa! 💁♀️
Felizmente los parisinos ya se han acostumbrado al matiz que sigue habiendo en el barrio, también gracias a que revalorizó la zona de Les Halles, pero eso no implica que sigan estimándolo como “una fábrica de gas”. El Pompidou ha sido comparado hasta con un juguete tecnológico, un Meccano, pues.
¿Cuál es el cuento con la tour Eiffel?
Pensaba que estaba a par de cuadras de la muy querida y simbólica tour Eiffel. Se asomaba entre edificio y edificio, así que aceleré el paso; mi emoción no era normal. Después de caminar varios metros más por fin la descubrí. Sentimientos encontrados, anhelaba tanto ese momento que no podía creerlo.
“El monstruo de hierro”, así le llamaban, revoluciona esta ciudad, porque ¿cómo se les ocurre en pleno 1887 construir una estructura llena de cerchas de hierro pudelado, rompiendo con todo el perfil urbano de la ville lumière? Además superando toda altura no sólo en París, sino a escala mundial; y sólo para ser presentada en una exposición, donde sería destruida veinte años después. Aaah, pero cuando los turistas empezaron a pagar por visitarla, a crear infinitas historias de amor y a volverse publicidad boca a boca -de las buenas-, los franceses y que:
De la arquitectura al francés
En fin, que en Francia terminé encontrándome, descubriéndome, terminé decidiendo que estudiar arquitectura sería lo mío.
Pues lo mío ha sido y será, en 2017 firmé un acta donde básicamente aceptaba que estaríamos juntas por el resto de nuestras (bueno, nuestra) vidas. Desde entonces tengo dos grandes amores: la arquitectura porque es la que me hace proyectar, trasnocharme, planificar, moverme; y el francés, porque fue y ha sido mi cómplice en aquellas andanzas.
Para no tener que escoger entre ambos, porque no estoy de acuerdo ni me parece justo, le meto a los dos. ¿¡Cómo!? Ay, que escribo en este blog sobre arquitectura y otras vainas más, y ahora doy un curso de francés on-line, donde también escribo, porque es una de mis pasiones.
¿Cómo funciona el curso? Nada rígido, aunque sí con estructura como la tour eiffel; no muy pesado, pero sí con un montón de detalles como le chateau de Versailles, bastante tecnológico como el Pompidou. Espero que ameno y útil, como lo ha sido para mí.
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