En tiempos de confinamiento y aislamiento habitamos la casa, pero también el internet. De cómo relaciono la casa y las redes sociales.
https://anchor.fm/s/fb1db7c/podcast/rssDurante el año 2020 llevamos una vida tan distópica que ni habrá nueva temporada de «Black Mirror». El creador ha dicho que «este año ya es un turbio capítulo más», añadió que «no estamos para eso»; y yo apunto:
Pensamos que el coronavirus fue quien nos mandó a estar aislados; pero la verdad es que ya tenemos varias años en eso, sobre todo desde el 2007 cuando el primer smarthphone entró en nuestras vidas y hemos pasado de estar en casa a habitar las redes sociales constantemente.
¿Tantos años en cuarentena y no lo sabíamos? 😱
En esta vida vamos y venimos, andamos, nos sentamos, nos levantamos, oímos pero no escuchamos, tenemos tiempo así y no hay vuelta atrás. Esto nos conduce a tener problemas de comunicación, de entendimiento, de soledad. El 67% de la población mundial tiene un smarthpone, un dispositivo lleno de apps que nos acompaña y quizá por eso lo habitamos.
Vivimos sumergidos en una pantalla, metidos en redes sociales, nos acostamos en una y nos levantamos en otra; y es que cada vez son más y con más vainas por hacer. Ya no es presentarse, sino escribir una bio; sacarse la foto carnet es old fashioned, ahora es tener el avatar; repartir CVs es aplicar en LinkedIn, y así sin parar.
Dejamos de compartir con la familia, de hablar en el patio con los vecinos, o en el living con la amiga, perdemos muchos momentos, sonrisas y miradas por estar aislados y confinados en una pantalla. ¡Una lástima! Y ésto lo hago a modo de crítica, de auto crítica.
Casa y Redes Sociales
Las redes sociales son comunidades estructuradas y enlazadas a través de la web, a la que llamo terreno, parcela, donde vamos a edificar la casa on-line; el «.com» es donde resides y recibes visitas, y tal cual casa la debes tener al día. Las redes sociales son alojamientos independientes de ti, como hoteles; se pueden caer, olvidar o subestimar. Instagram, Twitter, Facebook y demás son vitrinas que no nos cobran en cash, pero sí se quedan con un montón de nuestra data.
Un día la curiosidad de arquitecta hizo de las suyas y quise indagar más sobre habitar la casa y las redes sociales.
Entonces empecé a dibujar el plano de una casa y de repente se me hizo fácil relacionar las redes sociales con sus espacios, y luce más o menos así:
El patio es WhatsApp, el hall es LinkedIn, sala-comedor-cocina es Instagram, la habitación es Pinterest, el closet es Tumblr, el baño es Twitter y el estudio es YouTube.
Compartir en Twitter
- El patio es WhatsApp: todos gritan, todos se sienten libres de hacer de todo, viven en una propiedad horizontal que a veces raya en lo caótico. Te quieren hablar siempre y estás obligado a mantener la conversación o a ir a la reunión de condominio (consorcio) porque estás ahí, «en línea», ¿no?
- El ascensor, el hall de acceso a la casa tiene personalidad de LinkedIn: todo en orden, socializas un poco con confianza pero sin dejar las normas de cortesía y la cordialidad a un lado; mantienes la forma porque a pesar de ya estar prácticamente en casa, aún hay apariencias que mantener.
- Entras a casa y normalmente lo primero que te consigues es la sala/comedor/cocina, que indudablemente es Instagram. Las fotos de los viajes, los trofeos que quieres que los demás vean, la receta, el plato para la foto.
- La habitación es Pinterest, y es que aunque no todo el tiempo esté prolija, ese pedacito que sale en la foto se verá impecable, además hay millones de tableros en los que puedes encontrar cualquier vaina que se te ocurra, desde costura hasta los secretos nunca revelados.
- Y el closet es Tumblr, generalmente no compartimos identidad, hacemos «cositas», a veces somos los más aventureros, los más abiertos, los más osados, pero desde el anonimato, a puerta cerrada.
- El baño es tan Twitter: somos existencialistas, decimos lo que sea, como si nadie nos estuviese leyendo, a veces la cagamos, otras veces salimos limpios. Acá pocos cuidan sus formas, otros son más discretos, .
- El estudio/oficina, -allí donde está la biblioteca- es Youtube, puedes empezar leyendo sobre metamorfosis, lanzarte una canción de Madonna y terminar aprendiendo sobre cómo ganar dinero desde casa. Hay mucho material por ver, por aprender, por escuchar.
- Y el depósito es Facebook: tan empolvado el pobre, para allá vamos sólo cuando necesitamos algo viejo, algún dato del pasado, revivir algún recuerdo.
Todo ésto parece un disparate, una exageración, pero la verdad es que ni tanto. Antes me paseaba por Cibeles (ese bar típico de la esquina), por las librerías, por cualquier disquera de la ciudad, por algún cine nuevo o por la casa de un amigo; y ahora es puro Netflix, Spotify, Instagram, Twitter, WhatsApp, Zoom, etc. Por éso también hay quien asocia las redes sociales con los espacios urbanos:
Recogimos las herramientas de un escritorio para encontrarlas en un móvil, pero me niego a recoger la ciudad y sólo verla a través de una pantalla. Y para muestra un botón, en la página de «the best reviews» (hermosa por cierto), me encontré con la evolución de un escritorio desde los 80s hasta nuestros días.
En conclusión nos quedan claras tres cosas:
- Ya estábamos en aislamiento antes de todo ésto.
- Estamos pagando con data.
- Si no levantamos la vista de la pantalla, sufriremos de la cervical como nadie.
¿Retomar la presencia en casa o acelerar la vida digital? He ahí el meollo del asunto. Yo voto por el equilibrio, ¿y usted?
Les dejo un bonus, para que disfruten del tema desde otra perspectiva; una Ter haciendo lo suyo:
Referencias:
Comenta