Somos seres gregarios y comelones desde tiempos de María Castaña. Gracias a la agricultura le bajamos dos al nomadismo, nos asentamos y construimos ciudades. Pero ese vínculo está diluido, por eso compartimos una propuesta para reconectar la comida y el urbanismo.
https://anchor.fm/s/fb1db7c/podcast/rssComo este post es a cuatro manos, es decir, la Pat y la Vif escribiendo al unísono, hay miradas de ambas, en singular y en plural.
Empecemos con una frase encantadora que lanzó el arquitecto y cuentista Pedro Torrijos, en el #DiaMundialDelUrbanismo
El urbanismo es el segundo artefacto que nos define como seres humanos. (El primero es el lenguaje) – @Pedro_Torrijos
Ajá, artefacto, según el DRAE, es un objeto, una máquina o un aparato, construido con una cierta técnica para un determinado fin.
De manera que, bajo esta idea, el lenguaje ha sido construido para comunicarnos; con él articulamos y compartimos pensamientos, y por ende fomentamos la creación. Los humanos somos seres gregarios, necesitamos vivir en comunidad. Por eso la socialización, la agrupación, la tribu, la colonia, son manifestaciones de nuestra forma de convivir. Esa organización social nos ha permitido satisfacer necesidades, como la del refugio, el alimento, la afiliación, y generar desarrollos, como la agricultura y el urbanismo.
El urbanismo nos define
Sigamos definiendo, que esto nos fluye en Las Cooltas.
El Urbanismo, según wikipedia, es el conjunto de disciplinas que se encarga del estudio de los asentamientos humanos para su diagnóstico, comprensión e intervención. Es decir que, por la medida chiquita, siempre estarán presentes la arquitectura y la sociología.
Saber cómo funciona el urbanismo es entendernos como especie. El urbanismo es forma, orientación y emplazamiento de la ciudad; también son las dinámicas económicas, ambientales y sociales.
El urbanismo se entrelaza con factores geográficos, haciendo uso de ellos e interviniéndolos. A su vez le da espacio y vida a las dinámicas mencionadas. Los primeros emplazamientos urbanos se dieron porque «las condiciones estaban dadas»: una fuente de agua, un terreno fértil, un clima benigno; con estos recursos tan atractivos ya se podía suplir la necesidad del alimento. Pero eso sí, a dejar tanto nomadismo, sentar cabeza y establecerse, porque para formar esas primeras sociedades urbanas, la cría de animales y la agricultura serían fundamentales. De ahí que la relación ciudad-comida sea directa.
Pues sí, que somos seres gregarios y comelones. En cualquier lugar del mundo se cultiva, se cría, se procesa, se reparte, se adquiere, se cocina, se come y se comparte. ¿Quién dice que no es rico hacerlo en compañía? 😏. Un proceso que activa sociedades, enlaza personas y edifica sistemas. A costa de comer y comer hemos avanzado un montón, peeero -sí, el fulano pero- nos hemos desvinculado de la actividad que nos mantiene siempre tan activos: la producción de alimentos.
¿Cómo vincular la comida y el urbanismo?
En principio necesitamos retornarle amabilidad al entorno. Consideramos que, si de repensar el hábitat citadina se trata, volver a las raíces, fusionar la vida urbana con la naturaleza y generar alimentos en la ciudad, sería lo ideal. De manera que para reconectar ¿Qué mejor que la comida?, la relación más leal entre el ser humano y la naturaleza.
Las zonas rurales son increíbles, por la proximidad a la naturaleza, la agricultura y el proceso tradicional de cosecha y preparación de alimentos. Por el contrario, las áreas urbanas están lejos de estas dinámicas, donde la mayoría de la gente vive en edificios sin la posibilidad de un pedazo de tierra. ¡Benditos y afortunados los que tienen un pedacito de jardín!
Todo, pero es que TODO, está conectado por la comida, que es el núcleo de la cultura y la sociedad. Según Carolyn Steel la comida construye identidades sociales, crea estructura y dinámica, y justo por eso da forma a las ciudades. Entonces, hagamos coincidir el urbanismo y la agricultura de nuevo para fortalecer estas dinámicas y recreado un entorno más amable. Consulta las ideas de Carolyn en sus publicaciones.
La comida como núcleo
Vamos a compartir una propuesta que hicimos para aplicar a un Master. Rethinking the Habitat era el reto. Nosotras juntamos el escenario bucólico de nuestra ciudad natal, y la selva de concreto de la ciudad de la furia. Mucha vivencia para darle marco a una idea: Food as the Core. Una que pretende ser viable, factible y -de seguro- deseable. Y que seguiremos insistiendo en ella, aunque no hayamos ganado la beca.
La propuesta es implementar la generación de alimentos, sus procesos y el uso de los desechos en zonas residenciales urbanas, para dar autonomía, accesibilidad y sostenibilidad a los residentes; bueeeno, y también un poquito de conciencia.
Por eso nos situamos en nuestra cuadra en Buenos Aires, una repleta de edificaciones, con un centro de manzana subutlizado y con apenas una frutería activa. La carencia de lo verde era evidente, y más para nosotras que hemos vivido rodeadas de montañas y con vaquitas en la facultad.
Si tornamos nuestro entorno a uno entre lo urbano y lo rural sería más fácil reconectarnos con la naturaleza, y en consecuencia a la producción de alimentos. Les mostramos un guiño de la propuesta que hicimos para esa beca que no fue, pero para una transformación urbana que puede ser. 😅
- Jardines y huertos en cada apartamento y en cada casa, para sensibilizar y tomar conciencia del tiempo y la dedicación que demanda el cultivo.
- Un bio-digestor en cada edificio, para que haya una reinserción al entorno de aquello que solemos desechar, además de proporcionar nutrientes al suelo.
- Un jardín-huerto en el centro de cada manzana, así tendríamos mayor y mejor acceso a la producción local, además de crear sentido de pertenencia por lo propio y responsabilidad de vivir en comunidad.
- Granjas -en y- alrededor de las ciudades, para complementar producción de alimentos, reactivar y hacer crecer economías locales.
Crear un ecosistema que nos acerque a lo natural, a su ritmo y proceso sería una forma de volver a la raíz, de recrear un sistema integrado entre urbanismo y comida, que podría reconstruir comunidades, reconectar a las personas con la naturaleza y restaurar el medio ambiente.
Como Neri Oxman, «nos preocupamos por la naturaleza», y bueeeno, también por la gente y la comida. 😉
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